Recuerdo bien que de niña yo estrenaba ropa usada, y me parecía lo mejor del mundo; mi mamá llegaba con un cajadón de ropa, porque hasta el empaque era amigable con el planeta, una caja de cartón que luego usábamos de contenedor de papa pastusa.
Abrir esa caja era como que llegara navidad, habían medias, zapatos, vestidos de paño, sacos, pijamas... que dicha que era para mi ver esas piezas tan bien confeccionadas. Desde ahí aprendí la inmensa diferencia entre ponerse un vestido de hechura cualquiera, a ponerse un vestido hecho con verdadera técnica; el vestido como Balenciaga decía, te convertía, nada de que se amoldaba el cuerpo, noooo, el cuerpo se amoldaba al vestido. Costuras invisibles, telas de fibras naturales, un lujo!!!!
Y de paso un reto para mi mamá, que en esos entonces trabajaba tiempo completo pero sacaba sus espacios para convertir para mí esos elaborados vestidos de paño, usados por su antigua dueña en Zipaquirá, a una pieza útil en el clima calentano de La Palma. Pues entre que mi mamá siempre ha sido una mujer muy recursiva y yo, que si sentía calor no lo recuerdo, lo único que tengo en mi memoria de esos ya muy lejanos años es verme como una princesa ESTRENDO UN VESTIDO USADO.
Por aquellos mismos años, la mujer que yo veía mas bonita era color carbón, por lo que para mi la diferencia racial fue un tema que entendí a mis veintes. Mas allá que descubrir la inmensidad de la ciudad, madurar fue darme cuenta que la gente tenía prejuicios inverosímiles, desde mi punto de vista; es así como saber que la gente le tiene feo a usar ropa de segunda fue otro choque cultural, para mí esta práctica es de lo mas normal. Que sorpresa me llevé cuando genuinamente supe que solo el pobre hacía eso, que según una mujer con posicionamiento socio cultural no se podría permitir semejante cosa, y que por el contrario una mujer respetada, digna u con capacidad económica NUNCA usaría algo de segunda.
Yo me la paso en esas, viendo como darle uso al arroz quemado, al pan duro, a los calcetines con huecos, hasta cuando la ropa empieza a transparentarse de tanto haber pasado por la lavadora, e cuando considero que es momento de tirarla a la basura. Pocos son los lectores de mis líneas, peo muchos los que cada día se dan cuenta del impacto económico y ecológico que hacemos estrenando un vestido usado.
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